viernes, 11 de marzo de 2016

Alimentación y energía: Enseña a tu cuerpo a utilizar las grasas como combustible principal.









¿Tienes depósitos de grasa y sin embargo tienes hambre y falta de energía?
¿Quieres dejar de acumular grasa y empezar a utilizarla?
Empieza por pensar en la comida para reponerte de lo gastado, y no como fuente de energía para las horas siguientes. La energía para el resto del día la tienes en tu propio cuerpo en forma de grasas, aprende autilizarlas.








Las grasas como combustible principal

¿Cuántos hidratos de carbono tengo que tomar en el desayuno para tener energía el resto del día? ¿Tú que haces “tanto deporte” cómo es posible que no necesites comer pasta y arroz a todas horas? Este error de concepto energético es un tema realmente fácil de explicar y entender por alguien con conocimientos de fisiología y bioquímica, pero es muy difícil para el público en general que tiene tan arraigado mentalmente el vínculo alimentación y energía.
¿Son imprescindibles los carbohidratos para tener energía?

Teniendo en cuenta que lo único que nos proporcionan los carbohidratos es energía y que además esa energía podemos obtenerla de otros componentes como las grasas y las proteínas, parece claro al menos que imprescindibles energéticamente no son.

Pero es que además la energía que obtenemos de la digestión de carbohidratos dura realmente muy poco. ¿Te suena eso de tomar una cervecita para abrir apetito? Si te paras un poco a pensar encontrarás seguro varias escenas donde tras haber tomado algún picoteo sin hambre, al poco rato te ha entrado un hambre atroz.

¿Cómo maneja nuestro organismo estos carbohidratos? Recuerda que tras un pico de glucosa viene un pico de insulina para que el cuerpo entero pueda utilizar esta glucosa como fuente de energía. Pero ten en cuenta que si el pico de glucosa es muy rápido y muy acentuado habrá mucha más glucosa que energía necesitamos, por lo que todo el resto de energía se almacena en forma de grasa.

Esto es ni más ni menos lo que ocurre con el picoteo, la rápida absorción de los carbohidratos de esas comidas, por ejemplo una cerveza y un trozo de pan con algo, provoca un pico de insulina y una rápida bajada de los niveles de glucosa en sangre. Es esta fluctuación lo que nos hace sentir ese vacío en el estómago, esa sensación de falta de energía, y finalmente las ganas de comer.

Cuanto más pronunciado sea el pico de glucosa que entra en la sangre, menos tiempo durará disponible la glucosa que hemos digerido como fuente de energía. Por eso lo ideal es tomar carbohidratos de asimilación más lenta, porque la glucosa va llegando a la sangre de forma progresiva, el pico de insulina es mucho más bajo, y las células de nuestro cuerpo pueden ir obteniendo energía de esta glucosa durante más tiempo. Como consecuencia se almacenará menos grasa, aumentará la sensación de saciedad, y tardaremos más tiempo en sentir hambre.

Una alimentación basada en grasas y proteínas, junto con carbohidratos de asimilación lenta, nos proporcionarán más energía disponible en los momentos posteriores de la ingesta, pero además a más largo plazo el hecho de tener que liberar menores cantidades de insulina hace que sea más fácil para el cuerpo realizar el camino inverso de degradación de grasas para obtener energía cuando sea necesario.
El problema: Un error de concepto nutricional.

Obtener energía de la dieta es algo muy importante ciertamente, sin energía no podemos vivir. Pero a la vista está que hay cada vez un mayor porcentaje de personas con obesidad o sobrepeso, y por tanto los problemas de nuestra alimentación no serán por falta de energía en la mayoría de los casos. Más bien pudiera pasar que tengamos comidas con un exceso de energía y con falta de micronutrientes, ya sean minerales, vitaminas o ácidos grasos esenciales, pero esto es otro tema.

Hoy en día no hay nadie en el primer mundo que tenga déficit de energía. Nos podemos sentir faltos de energía, pero esto es debido a que acumulamos miles de calorías en nuestros depósitos de grasa y después no somos capaces de utilizarla. No tenemos al organismo enseñado para obtener energía del mayor depósito energético que tenemos, mucho mayor que la nevera de cualquier hogar.

El ciclo repetitivo de alimentarnos cada pocas horas y con dietas alta en carbohidratos, y además carbohidratos de rápida asimilación, hace que nuestro cuerpo sea una máquina altamente eficiente para acumular energía. El cuerpo sabe que cada poco tiempo le va a llegar una ola de energía y está plenamente preparado para usar la que pueda y acumular el resto. Son depósitos muy fáciles de llenar pero muy difíciles de vaciar. En el futuro veremos cómo podemos ir convirtiendo nuestro cuerpo en una máquina que sea capaz de acumular energía cuando comamos, pero a la vez sea capaz de sacarla de los depósitos de grasa cuando la necesitemos.

Pero para revertir este mecanismo de acumulación hay que cambiar una serie de hábitos muy arraigados, como comer cada 3 horas o no comer grasas porque engordan. Ahora ya vas sabiendo que lo que engorda no son las grasas. Las grasas que comemos no son tan fáciles de almacenar. Nuestro organismo acumula mucha más grasa proveniente de carbohidratos debido al mecanismo dependiente de insulina que hemos visto.
La alternativa: Buscar la energía allí donde más tenemos.


Para empezar me parece fundamental un cambio mental, un cambio de actitud. Piensa en la comida como algo que te repondrá de lo gastado, y no como lo que necesitas para funcionar. Lo que necesitas para hacer lo que sea que quieras hacer puedes hacerlo con lo que tu cuerpo ya tiene asimilado y almacenado. Y cuando te sientes a comer piensa que lo haces para reponerte de lo que has perdido: Tu alimentación será la recompensa a ese esfuerzo, al trabajo, al ejercicio, en definitiva al gasto que has estado realizando durante el día.

Pensar en este circulo de gasto-recompensa es la clave para cambiar nuestro estado metabólico “ahorrador” que sólo sabe utilizar la energía inmediata de la digestión y acumula en forma de grasas el resto, a un estado mucho más “adaptable y reversible” que te permita también obtener energía de los depósitos que tienes preparados para ese fin.

Tienes que entender que tu cuerpo tiene un sistema altamente eficaz en gestionar la ingestión de nutrientes y energía en los momentos de disponibilidad, principalmente mediante la acumulación de tejido graso. Pero convéncete de que también es capaz de extraer de ahí la energía suficiente para sobrevivir en momentos de escasez. Acostumbrar metabólicamente a nuestro cuerpo a utilizar las grasas es fundamental para mejorar tu salud, tu peso, e incluso tu rendimiento deportivo.

Más adelante hablaremos de otras estrategias que podemos hacer para trabajar en este sentido, como hacer ayunos intermitentes, o hacer deporte en ayunas. Pero de momento recuerda los primeros pasos para una vida y alimentación más saludable, y convéncete de que puedes tener energía de tus propias reservas

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